La disfunción eréctil, el DSM-IV la define como la incapacidad persistente o recurrente para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual, provocando un malestar acusado o dificultades de relación interpersonal.
La capacidad para adquirir y mantener una erección que culmine con el orgasmo sincronizado y la eyaculación, amerita una inervación intacta con excelente vascularización del sistema genitourinario inferior. Los diversos aspectos de la potencia sexual son controlados por la inervación autonómica y la somática. La erección requiere de arterias de tal calibre que se pueda derivar un flujo sanguíneo adecuado hacia el pene en función de estímulos recibidos.
La erección se inicia por las influencias locales y psíquicas. Los impulsos sensoriales llegan a la porción alta de la médula espinal lumbar y de ahí se inician reflejos a través del plexo sacroparasimpático (S2-4), lo cual conduce a la vasodilatación de las arteriolas de los cuerpos cavernosos del pene; la presión sanguínea dentro de los mismos se aproxima a la presión en el interior de las arterias carótidas. Los cuerpos cavernosos se ingurgitan debido a la presión tan elevada. La falta de continuidad de la estimulación erótica, la arteroesclerosis o la interrupción de las vías nerviosas, puede alterar o suprimir la erección o modificar su calidad.
El pene consta de tres colones de tejidos: los dos cuerpos cavernosos y el cuerpo esponjoso. Durante la relación sexual estos tres cilindros rebosan sangre, provocando la erección del pene.
La presencia de factores que provoque activación en el varón ( ansiedad de logro, de aprobación, perfeccionismo…) provocan una respuesta del riego sanguíneo contraria a la ue provoca una adecuada excitación . Ante una situación que provoca cierta ansiedad el riego sanguíneo se dirige en menor medida a zonas distales ( extremidades, genitales…) o que puede provocar directamente una dificultad en la consecución y/o mantenimiento de la erección en el hombre.
La disfunción eréctil representa la forma más común de disfunción sexual para los hombres entrados en años y afectan más de 50% de los hombres entre 50 y 70 años y aproximadamente 70% de los hombres de 70 años.