Las dificultades sexuales plantean, con frecuencia, un obstáculo para la pareja y pueden alejar a sus miembros porque impide que disfruten sino se analizan y se tratan sus causas. Infinidad de factores físicos, psicológicos o ambos pueden alterar nuestra actividad sexual. Esta es una recopilación de los más comunes.

- Causas físicas: que afectan o pueden afectar el desarrollo de la actividad sexual como producto de enfermedades que ejercen un efecto directo o indirecto sobre la disfunción. Entre estas enfermedades encontramos las que comprometen al sistema cardiovascular (infartos de miocardio, hipertensión, etc.) Las del sistema endocrino, como diabetes, hipogonadismo, hipopituarismo, hiper e hipotiroidismo, etc. Perturbaciones del tracto génito-urinario: priapismo, prostatitis, venéreas, etc. Enfermedades del sistema nervioso tales como accidente cerebro vascular, lesiones en el lóbulo frontal, lesiones en médula espinal, etc.

Existe una gran variedad de factores relevantes en la etiología de las disfunciones sexuales.

- Causas farmacológicas: sus efectos es otro aspecto a considerar en la etiología de las disfunciones sexuales debido a que algunos actúan directa o indirectamente sobre la conducta sexual por su acción sobre alguna parte del organismo. Según algunos estudios se ha comprobado que antihipertensivos, tranquilizantes, alcohol, marihuana, opiáceos y otros, pueden tener una notable influencia habitualmente inhibidora sobre la actividad sexual.

- Causas sexológicas: existe una gran variedad de factores relevantes en la etiología de las disfunciones sexuales.

a) La ansiedad asociada a las relaciones sexuales. La referencia a la ansiedad suele ser de las principales causas en los problemas sexuales. Pero la ansiedad de la que se trata no es ya la ansiedad en sí, sino en cuanto a cómo se manifiesta en los encuentros y cómo éstos la retroalimentan. Por ejemplo, en ellos en no “estar a la altura “o no hacer lo que “se debe” y en ellas el miedo a no agradar, a no ser objeto de atracción y de deseo, a dar una imagen excesivamente desinhibida.

Hay otras clases de miedos, no tan inmediatos, pero que actúan en los encuentros. Por ejemplo, los procedentes de las creencias, no ya sociales, sino biográficas y del currículum propio, de las circunstancias por las que cada cual ha pasado en otras relaciones o en otras situaciones. La gran parte de esos miedos, ansiedades, tensiones, etc. se traducen en un resultado: “no ser capaz de relajarse y desinhibirse” en la relación y, a su vez, la creación de nuevos factores de tensiones y ansiedades en cadena que plantean metas que cumplir, obstáculos que superar, esfuerzos que realizar… En definitiva, una puesta en guardia y una huida de los deseos.

b) Creencias irracionales: En otras ocasiones se trata de falsas creencias o de modelos de “lo que se debe sentir” en lugar de “lo que se siente”, de cómo uno espera que el otro reaccione, de pasar una prueba ante sí o ante el otro, de vergüenzas o pudores comprensibles, de sentimientos de culpa por el hecho de hacer o no hacer tal o cual gesto, o por no ser capaz de hacerlo.

c) Conflictos biográficos: En ocasiones se dan otros focos problemáticos como situaciones vividas por los individuos que forman la pareja en su biografía individual o situaciones pasadas vividas por la pareja a partir de las cuales se ha generado un tabú en la relación con secretos guardados y ocultados.

d) Reacciones vinculares: En ocasiones la relación de pareja se convierte en una lucha de poderes olvidando sus miembros que son un equipo en el camino hacia el placer.

 

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