Los problemas en esta fase de la respuesta sexual constituyen, en su conjunto, un porcentaje muy significativo del total de los casos que acuden a consulta, especialmente en el caso de la mujer, en la que los problemas de orgasmo ocupan el lugar más destacado entre los problemas sexuales que le afectan.
El orgasmo sigue resultando aún en la actualidad un fenómeno difícil de definir, especialmente desde el punto de vista psicológico, por la considerable carga subjetiva que comporta, tanto en su definición, como en el aprendizaje y vivencia personal del mismo. También se observan diferencias importantes en cuanto al aprendizaje en sí de la experiencia del orgasmo, tanto por lo que se refiere al momento, como a la forma en que tiene lugar el mismo. Estas diferencias son especialmente acusadas entre los hombres y las mujeres.
Así, para el hombre, el alcanzar el orgasmo constituye una experiencia clara e inequívoca, especialmente por el fenómeno de la eyaculación que le acompaña.
En caso de la mujer, sin embargo, al no producirse un fenómeno similar, es mucho más frecuente que se produzca la incertidumbre respecto a su consecución.
El considerar las múltiples variantes y características del fenómeno del orgasmo puede ser un buen comienzo para adentrase en las dificultades que afectan al mismo.
La excitación sexual y el orgasmo femenino son complejos procesos que involucran a toda la mujer, su mente y cuerpo. La mente humana recibe los estímulos sexuales del cuerpo, los procesa, y basada en lo aprendido anteriormente y en la experiencia causa que el cuerpo, responde a ellos. El cerebro comienza el proceso de excitación sexual como respuesta a los pensamientos (fantasía sexual), estímulos visuales (viendo una pareja desnuda), estimulación audible (escuchando la voz de una pareja), estímulos olfativos (el olor del cuerpo de la pareja), y gustativos (el sabor del cuerpo de la pareja)
El cuerpo puede comenzar el proceso de excitación como resultado de que la mujer, o su pareja, toque sus genitales o senos, la sensación del aire fluyendo por su piel desnuda, o su ropa estimulando sus pechos o genitales. Mientras que la mente y el cuerpo pueden experimentar la excitación sexual separadamente, no pueden experimentar separadamente el orgasmo. El orgasmo requiere que la mente y el cuerpo trabajen juntos, como un todo, de no ser así se dificulta.
Al nacer la mujer responde a la estimulación sexual basada sólo en el instinto. Si se siente segura y sus necesidades básicas son cubiertas, muy probablemente responderá a los estímulos sexuales muy fácilmente. Esto quizá explica por qué los sencillos actos de mamar y exponer nuestros genitales al aire resulten en excitación sexual en las niñas. Al nacer somos muy sensibles a los estímulos sexuales y nuestras mentes no han aprendido aún las respuestas sexuales “apropiadas.” Como resultado, al nacer, el orgasmo está probablemente controlado más por estímulos físicos que por procesos mentales. El orgasmo es simplemente un simple reflejo físico.
Al llegar la pubertad ya se nos enseñó la respuesta sexual apropiada. Quizá ya sepamos que cualquier respuesta sexual es mala. La mujer puede haber estado tan aislada de su propia sexualidad física que incluso no la advierte cuando está sexualmente excitada. Esto es más cierto en las chicas que en los muchachos, porque éstos experimentan una erección. Sabemos quiénes son chicas buenas y chicas malas. Sabemos quién puede ser una pareja apropiada, incluso si no podemos pensar en ella en términos sexuales. Las adolescentes, y las mujeres adultas, pueden no permitirse estar en situaciones que las hagan sentirse sexuales, si le dan categoría a esa sensación como mala. Pueden percibir la excitación sexual como “estar enamoradas”. Pueden descartar cualquier sensación sexual, negando que ocurre, o pueden responder tan negativamente a los estímulos sexuales que cualquier encuentro erótico es imposible.
El orgasmo para las mujeres puede ser más una percepción mental que una experiencia física, mucho más que para los hombres, como resultado de las mayores restricciones sexuales impuestas sobre la mujer. La habilidad de un hombre de lograr la erección y eyacular es un símbolo de su virilidad, la mujer que se excita y goza sexualmente puede ser vista como “descontrolada” y “lasciva.”
Etiquetas: dificultad sexual, orgasmo, problemas sexuales
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